Franca Levin es uruguaya, tiene 34 años y viaja sola. No lo hace por vacaciones ni por una etapa breve de su vida: viaja porque eligió una forma distinta de habitar el mundo.
Desde diciembre de 2024 atraviesa el continente africano por tierra, desde Marruecos con rumbo —sin prisa ni planes fijos— hacia Sudáfrica. Su travesía, que comparte en su blog De mente con mochila y en redes sociales, es mucho más que un viaje: es una exploración personal, cultural y política por rutas poco transitadas.
De profesora de matemáticas a nómada
Antes de convertirse en viajera a tiempo completo, Franca era profesora de matemáticas en Montevideo. “Hice la carrera, un posgrado en la ciudad argentina de La Plata, tenía un trabajo estable y todo parecía encaminado, pero me asfixiaba pensar que los próximos treinta años iban a ser así”, contó Franca en diálogo con Desde el Sur.
Fue entonces cuando decidió renunciar, vender todas sus pertenencias y embarcarse en un primer gran viaje a Australia en 2018 con una visa Work & Holiday. Desde entonces, no paró.
Vivió y trabajó en Oceanía, recorrió el sudeste asiático, Europa y América del Sur. En 2023, después de seis meses en Uruguay, decidió iniciar una nueva etapa: recorrer África por tierra, de norte a sur, sin plazos.
¿Por qué África?
Levin eligió África no solo como destino, sino como búsqueda: “África está muy mal contada, lo que se conoce está narrado por otras voces, casi siempre desde Europa o Estados Unidos. Quería ver con mis propios ojos, escuchar desde adentro”, dice Franca.

Su decisión fue también geopolítica: “Pensaba en Medio Oriente, pero por la situación entre Israel y Hamás, decidí dejarlo para más adelante”.
Comenzó su ruta en Marruecos, el 17 de diciembre de 2024, y su itinerario avanza bordeando el Océano Atlántico. La ruta, poco habitual entre turistas, le permite atravesar las distintas “capas” del continente. “Es muy distinto el norte árabe-musulmán, el África subsahariana y el sur. Viajar por tierra permite ver esas transiciones culturales, geográficas, lingüísticas”, relata Franca.
El comienzo del viaje por África: Marruecos y el Sahara Occidental
Su primera parada fue Marruecos, donde pasó las fiestas haciendo house sitting —una modalidad que le permite alojarse sin pagar a cambio de cuidar casas y mascotas—.
“Marruecos es enorme y tiene mucho turismo, me interesaba más lo que está fuera del circuito turístico”, comenta Franca. Uno de los momentos más intensos fue su visita al Sahara Occidental, un territorio en disputa entre Marruecos y el movimiento independentista saharaui.
“Allí pude hablar con personas saharauis, es un lugar donde se vive bajo una dictadura y con una identidad negada. Fue fuerte, pero muy valioso”, explicó.
Mauritania: desierto y tradición
El siguiente país fue Mauritania, donde experimentó la vida en el desierto en su forma más pura. “Me quedé con una familia nómada durante el Ramadán, en un campamento en medio del Sahara”, relata.
El 90% del país es desértico y conserva una fuerte tradición musulmana. Allí también cruzó el país en un tren de carga, famoso entre viajeros, viajando “como polizón”.
“Mauritania es mucho más tradicional que Marruecos, y en muchos aspectos mucho más dura. Pero al mismo tiempo, me permitió ver una forma de vida completamente distinta”, sostiene Franca.
Senegal: hospitalidad y espiritualidad
Senegal fue, hasta ahora, el país donde Franca se sintió más cómoda: “La gente es increíblemente hospitalaria, siempre con una sonrisa, invitándote algo. Sentí mucho respeto y mucho interés por conocerme”.
Allí participó de una ceremonia de iniciación masculina y de un funeral animista, dos experiencias que marcaron su paso por comunidades minoritarias.
“El animismo está muy presente, creen que los espíritus habitan en los árboles, en la naturaleza. Fue hermoso conocer esas creencias desde adentro”, recuerda Franca.
Guinea-Bissau: viajar lento, vivir lento
Hoy Franca se encuentra en Guinea-Bissau, un pequeño país lusófono de África Occidental, conocido por sus islas tropicales, su historia de lucha por la independencia y su inestabilidad política.
“Pedí una visa de tres meses y me la dieron. Nadie entiende por qué tanto tiempo en este país tan chiquito, pero yo estoy feliz. Viajo lento, me gusta quedarme en los lugares, tener rutina”, comenta entre risas Franca.
Viaja en transporte público, se aloja a veces en casas de familias, otras en hoteles, y muchas veces acampa. “Intento no hacer dedo porque me genera conflicto ético. Acá la pobreza es muy visible, prefiero pagar el pasaje como lo hace cualquier persona local”.
Viajar por África siendo mujer… y uruguaya
Sobre viajar sola y ser mujer, Franca afirma que su experiencia en África ha sido positiva: “Me siento segura, respetada, con muchas ganas de conversar por parte de la gente. Hay que marcar límites cuando es necesario, pero en general me han tratado con mucho respeto”.
En cuanto a su nacionalidad, asegura que ser uruguaya despierta curiosidad: “Muchos no saben dónde queda Uruguay, pero el fútbol lo ubica todo”.
Y agrega que, “cuando entienden que no soy europea, cambia la relación. Hay menos tensión, más cercanía. ellos se sienten más cómodos conmigo”.
Crear contenido para sostener el viaje
Franca comparte sus experiencias a través de su blog y redes sociales bajo el nombre De mente con mochila. También está en YouTube, Instagram y TikTok.
“Es mi forma de sostener el viaje. Gano algo con los contenidos, los links de afiliados, y además me encanta contar lo que vivo”, dice Franca.
No tiene fechas ni ruta fija, aunque planea seguir por Guinea, Sierra Leona y Liberia. “No tengo que llegar sí o sí a Sudáfrica, el viaje no es un medio para un fin. Cada país es un viaje en sí mismo”, finaliza Franca.