Viajar en avión es una de las formas más seguras de trasladarse. De acuerdo con la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés), las probabilidades de que ocurra un accidente aéreo son extremadamente bajas: aproximadamente una en cada 11 millones de personas que viajan en avión.
Aun así, para quienes tienen miedo a volar o sienten ansiedad al despegar, saber cuáles son los momentos más críticos de un vuelo puede brindar mayor tranquilidad, o al menos preparación.
Según el análisis de expertos y de organizaciones de seguridad aérea, hay dos fases puntuales del vuelo en las que se concentra la mayor parte de los incidentes: el despegue y el aterrizaje. Esto no significa que los aviones sean inseguros durante esas etapas, sino que son los momentos que, por su complejidad técnica y condiciones variables, exigen más cuidado por parte de la tripulación.
Despegue y ascenso inicial: un momento de máxima atención
Una de las partes más intensas del vuelo es el despegue. Es el momento en que los motores trabajan a su máxima potencia, el avión debe alcanzar la velocidad ideal para levantar vuelo y cualquier inconveniente técnico puede poner a prueba los protocolos de emergencia.
La etapa más crítica va desde el inicio de la aceleración en pista hasta alcanzar los 3.000 pies de altura. En este tramo, las posibilidades de corregir un fallo disminuyen, ya que el avión todavía está cerca del suelo, pero con poco margen para maniobrar.

De hecho, según la Red de Seguridad Aérea (Aviation Safety Network), el 13% de los accidentes aéreos ocurren en la fase de despegue, mientras que el 14% se producen durante el ascenso inicial. Aun así, las estadísticas también muestran que la mayoría de estos incidentes no resultan fatales, en parte gracias a la rigurosa preparación de las tripulaciones y al entrenamiento en simuladores.
En palabras de el capitán Dennis Tajer, portavoz de la Allied Pilots Association y piloto de Boeing 737, en diálogo con CNN en Español: “esta fase requiere que estemos 100% concentrados. Cualquier cosa que no esté en el checklist queda fuera, porque hay que estar atentos al más mínimo cambio en el comportamiento del avión”.
La aproximación final y el aterrizaje: el otro punto delicado
La segunda parte más crítica de un vuelo es el aterrizaje, especialmente los últimos minutos antes de tocar pista. Es aquí donde influyen una mayor cantidad de factores externos: visibilidad, condiciones climáticas, tráfico aéreo, estado de la pista y hasta decisiones humanas.
De acuerdo con la Red de Seguridad Aérea, más del 49% de los accidentes se producen durante la aproximación o el aterrizaje. Esto se debe a que el avión debe reducir la velocidad, cambiar la configuración de las alas, descender gradualmente y alinearse con precisión en la pista. Todo eso, mientras la tripulación mantiene comunicación constante con la torre de control y realiza ajustes en tiempo real.
Los errores humanos, como una mala interpretación de las instrucciones o una maniobra precipitada, pueden jugar un rol importante. También pueden presentarse problemas mecánicos o complicaciones por el clima, como vientos cruzados o baja visibilidad.
“Al estar más cerca del suelo, el margen de error es mucho más chico. No hay tanto tiempo para corregir. Por eso, el enfoque en este momento es total”, explicó Tajer a CNN.
¿Qué pasa durante el vuelo en altitud de crucero?
Curiosamente, la fase más larga del vuelo, cuando el avión ya alcanzó su altitud de crucero y avanza estable, es también la más segura. En esta etapa, los pilotos activan el piloto automático, reducen la potencia de los motores y monitorean los sistemas, pero sin necesidad de hacer maniobras complejas.
La altitud de crucero ronda los 10.000 metros y es donde el avión opera de forma más eficiente, con menor resistencia del aire y consumo optimizado de combustible. Es también donde las turbulencias, aunque frecuentes, no representan un riesgo estructural para la aeronave.
Según los especialistas, si bien las turbulencias pueden ser incómodas y hasta provocar lesiones menores si alguien no lleva el cinturón abrochado, raramente representan un peligro para el vuelo. Los aviones están diseñados para soportar fuerzas muy superiores a las de cualquier turbulencia moderada.
El piloto Dennis Tajer lo resumió así para CNN: “Es como si el avión estuviera en una autopista en el cielo. Mientras no haya tráfico ni condiciones meteorológicas adversas, todo marcha tranquilo”.
Cómo entrenan los pilotos para los momentos más críticos
Los pilotos comerciales reciben un entrenamiento riguroso y constante para afrontar con seguridad las fases más delicadas del vuelo. La mayoría de las aerolíneas exigen prácticas periódicas en simuladores, donde se recrean emergencias técnicas, fallos de motor, condiciones climáticas adversas o errores de procedimiento.
Este tipo de preparación permite que las tripulaciones estén listas para responder con rapidez y eficiencia ante cualquier situación anormal. Además, cada avión cuenta con protocolos específicos que los pilotos deben seguir paso a paso en caso de incidente.
“Cada segundo cuenta en un despegue o un aterrizaje. Por eso entrenamos estos escenarios una y otra vez”, detalló Tajer.
El trabajo en cabina también implica una estricta distribución de funciones. Mientras uno de los pilotos está al mando del control (Pilot Flying), el otro se encarga de monitorear y asistir con las comunicaciones (Pilot Monitoring), lo que permite una doble verificación de cada acción.
¿Qué pueden hacer los pasajeros para volar más tranquilos?

Para los viajeros con miedo a volar, saber que los momentos más críticos están altamente controlados puede ser un alivio. Además, hay algunas recomendaciones simples que ayudan a mejorar la experiencia a bordo:
- Escuchar siempre las indicaciones de la tripulación
- Mantener el cinturón de seguridad abrochado en todo momento
- Evitar distracciones durante las instrucciones de seguridad
- Elegir asientos sobre el ala, donde se perciben menos turbulencias
- Consultar a profesionales si el miedo a volar interfiere con la vida diaria
En resumen, aunque existen momentos del vuelo que requieren máxima atención, la aviación comercial moderna cuenta con herramientas, tecnología y formación de alto nivel para reducir al mínimo los riesgos.