Venecia, uno de los destinos más icónicos de Europa, sigue buscando fórmulas para controlar la masiva llegada de turistas que cada año ponen en jaque su frágil equilibrio urbano y medioambiental. A partir de abril de 2025, la ciudad duplicó la tarifa de ingreso para los excursionistas que lleguen solo por el día.
La medida, aprobada por las autoridades municipales, aplicará un cobro a quienes no pernocten en la ciudad, un grupo que representa un alto porcentaje del turismo total en Venecia. Según cifras oficiales, cada año más de 19 millones de turistas visitan la ciudad, pero solo una fracción se queda a dormir. El resto, generalmente cruceristas o visitantes de paso, genera un fuerte impacto en la infraestructura sin aportar al sector hotelero local.
Esta política se enmarca en una estrategia más amplia que busca posicionar a Venecia como un destino sustentable, frente a las críticas por su modelo de turismo depredador que ha vaciado el centro histórico de residentes y ha contribuido a la crisis habitacional.
10 euros por pasear por Venecia: ¿cuándo y cómo se aplicará?
A partir del 18 de abril de 2025, los turistas de un solo día deberán abonar una tarifa de ingreso al centro histórico de Venecia. El monto general será de 10 euros por persona, aunque quienes reserven con al menos cuatro días de anticipación podrán pagar una tarifa reducida de 5 euros, según detalla la normativa.

La tasa se aplicará únicamente en los días considerados de “alta afluencia”: fines de semana, festivos y jornadas con eventos especiales. En total, serán 54 días del año en los que la medida estará vigente. El cobro se implementará entre las 8:30 de la mañana y las 16 horas. Fuera de ese horario, el ingreso será libre.
El sistema estará respaldado por un portal digital oficial (cda.ve.it), donde los visitantes deberán registrarse y pagar el importe. Tras completar el proceso, recibirán un código QR que deberán mostrar a las autoridades al momento de ingresar a la ciudad. El control se realizará de manera aleatoria, aunque con énfasis en puntos clave de acceso como la estación de trenes Santa Lucia o la Piazzale Roma.
Quiénes deberán pagar y quiénes estarán exentos del impuesto al turismo en Venecia
No todos los visitantes deberán abonar esta nueva tarifa. Las autoridades han establecido una serie de exenciones para evitar afectar a los residentes y a quienes tengan un vínculo cotidiano con la ciudad. Estarán exceptuados del pago:
- Los residentes en el municipio de Venecia y la región del Véneto
- Los trabajadores y estudiantes que ingresen a diario por motivos laborales o educativos
- Menores de 15 años
- Personas con discapacidad y sus acompañantes
- Visitantes que se alojen en hoteles o departamentos turísticos registrados dentro del municipio
Estos últimos ya pagan una tasa turística incluida en su hospedaje, por lo que no deberán abonar un importe adicional. Las personas exentas también deberán registrarse previamente en el sitio web para recibir un pase QR, aunque sin costo.
Una medida polémica con antecedentes recientes
No es la primera vez que Venecia intenta regular la llegada de visitantes mediante el cobro de una tarifa. En 2024, se realizó una prueba piloto durante 29 días, que permitió recaudar cerca de 2,4 millones de euros. Sin embargo, el número de turistas no se redujo significativamente, lo que generó dudas sobre la eficacia de la medida.

Pese a ello, las autoridades decidieron avanzar con un enfoque más ambicioso en 2025. “Queremos disuadir el turismo de masa y promover un modelo más consciente y sostenible”, explicó el alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, citado por CNN en Español.
La estrategia, además, se apoya en una fuerte campaña de comunicación que invita a planificar la visita con antelación y a preferir el alojamiento dentro del casco urbano.
La iniciativa ha sido observada con atención por otras ciudades que enfrentan desafíos similares, como Barcelona, Dubrovnik o Ámsterdam, que también analizan mecanismos para contener el turismo desbordado.
¿El fin del turismo barato o el principio de un modelo sostenible?
El anuncio de la tarifa generó reacciones encontradas entre turistas, operadores turísticos y residentes. Algunos ven la medida como una barrera al acceso cultural y una penalización al visitante de clase media. Otros, en cambio, la consideran un paso necesario para proteger una ciudad que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que corre el riesgo de volverse inhabitable para su propia población.
“Venecia necesita respirar. No puede seguir siendo un parque temático abierto todos los días del año”, opinó una residente local al medio italiano La Repubblica. La ciudad ha perdido más de la mitad de su población estable en las últimas décadas, en parte debido al alza del precio de la vivienda, impulsada por el turismo.
Desde el sector turístico, algunos operadores temen que la medida desvíe a los visitantes hacia otros puntos de la región o incentive el turismo clandestino. Sin embargo, también hay quienes confían en que la política atraiga a un perfil de turista más respetuoso, interesado en la historia y la cultura, y dispuesto a invertir más en la economía local.
Un experimento que podría marcar el camino
El caso veneciano se ha convertido en un laboratorio para muchas ciudades que enfrentan el dilema del turismo excesivo. El éxito o fracaso de esta política será observado de cerca por destinos como Kioto, en Japón, o Formentera, en España, que han manifestado interés en aplicar medidas similares.
Venecia busca demostrar que es posible preservar la belleza y singularidad de una ciudad histórica sin expulsar al turismo, pero también sin sacrificar la calidad de vida de sus habitantes. Para ello, deberá encontrar un delicado equilibrio entre la apertura y la regulación, y responder con agilidad a los resultados que surjan de esta experiencia.
El tiempo dirá si este modelo se convierte en un referente para otros enclaves turísticos o si terminará siendo una anécdota más en la compleja relación entre los destinos y sus visitantes.